IDEARIO
El Colectivo de Educación Crítica “Escuela Libre” nace con el objetivo de trabajar por una renovación pedagógica que parta desde presupuestos críticos y se desarrolle “en y para” la libertad social. Para ello, el Colectivo Escuela Libre se propone trabajar en el ámbito educativo, pero con la mirada puesta en el amplio proyecto de transformación social que signifique el desarrollo del individuo en libertad e igualdad. Entendemos, por tanto, la educación como un espacio necesario desde el que actuar, pero siempre dentro un proceso transformador más amplio y profundo. Este proceso implica al resto de áreas de la sociedad y tiene en la libertad y la igualdad sus ejes principales.
Por tanto, el modelo educativo en el que se inspira el CEL, tanto en sus métodos como en sus contenidos, es aquel que integra prácticas sociales establecidas desde los principios libertarios e igualitarios. Queremos, con Faure “probar con hechos que (...) a una educación nueva corresponderá un ser nuevo” ya que aun siendo precisa una sociedad en libertad para una auténtica enseñanza libre “hay que educar al mayor número posible de hombres en las prácticas más libres posibles para que sean la base del futuro de la libertad social”.
Desde estos presupuestos, el Colectivo de Educación Crítica Escuela Libre considera que toda educación debe ser fundamentalmente:
1-Libre
2-Crítica
3-Integral
4-Igualitaria
5-Transformadora
1-Libre
El CEL considera que el objetivo final de todo el proceso educativo es el de formar individuos libres, cuya libertad se haga mayor cuanto mayor sea la libertad social en que puedan desarrollar sus cualidades. Se trata, por tanto, de fusionar las aspiraciones pedagógicas con objetivos más globales.
La enseñanza ha de traducirse en el sacrificio progresivo de la autoridad en beneficio de la libertad. Entendemos, por tanto, que todos los modelos educativos inspirados en principios de autoridad, coacción o represión –ya sean directos y explícitos o indirectos y camuflados- deben ser sustituidos por modelos centrados en la libertad, confianza y respeto a la personalidad del niño. La educación no ha de optar por la imposición. Consideramos que la educación resuelta desde el autoritarismo no soluciona los problemas sino que los oculta y genera una mayor sumisión. El objetivo de llegar a la libertad individual y social, a pesar de los riesgos, sólo se consigue con la libertad.
La educación antiautoritaria parte del principio de autoridad para conseguir su abolición progresiva dando al niño una creciente libertad. No debe confundirse una educación en libertad y para la libertad con una enseñanza permisiva que fomente valores egoístas o insolidarios. Pero tampoco se ha de entender como un mero adoctrinamiento. Se ha de eliminar lo que impide el desarrollo normal del niño respetando su propio proceso de desarrollo.
En la medida que su desarrollo sea total, y por consiguiente el desarrollo de su educación también lo sea, se estará negando de manera gradual el punto de partida. Es decir, negando la autoridad por la libertad. De esta manera entendemos la educación: como la eliminación progresiva de la autoridad en beneficio de la libertad. Es el paso de la heteronomía a la plena autonomía.
Las materias enseñadas, por tanto, deben dejar de ser dogmas y los maestros que las administran la autoridad incontestable para que sea el niño el centro activo de la relación educativa. Hablamos de educar por la motivación y no por la disciplina. Buscamos desterrar los métodos pasivos e impulsar los planteamientos más activos. Para ello, entendemos que han de incentivarse nuevos métodos y proyectos educativos que hagan que el niño se interese por la enseñanza, desarrolle su curiosidad y su iniciativa.
Para ello, El CEL impulsará proyectos cuyo objetivo sea una transformación educativa y social profunda y no sólo reivindicaciones parciales. Persigue el cambio total desde los principios de apoyo mutuo y solidaridad de todo proyecto transformador para eliminar las relaciones de dominación y dependencia.
2-Crítica
El CEL considera necesario formar el sentido crítico y la autonomía personal. Para ello, asumimos los valores de renovación pedagógica dedicados a cambiar la concepción reproductiva de la escuela.
No hay educación neutral. Por ello, los proyectos pedagógicos deben articularse sobre una escala de valores que le den coherencia y que queden reflejados en la vida cotidiana y en la propia organización de la enseñanza y no sólo en grandes declaraciones de principios. En este sentido, han de contraponerse otros valores a los que proponen la escuela autoritaria y también la escuela liberal, destinadas a la reproducción de los valores dominantes o la formación “buenos ciudadanos”. Valores ligados a los principios de libertad y solidaridad frente a los de competitividad, desigualdad o triunfo del más fuerte. Se trata de potenciar una escuela imbricada en una práctica de transformación social.
No es posible una sociedad en libertad e igualdad sin personas conscientes, preparadas y capacitadas para pensar de manera autónoma, crítica y analítica. Se han de romper, por tanto, con los dogmas y los prejuicios. Hay que romper con la ignorancia para enfrentarse a un orden social injusto y abrir nuevos caminos. Hablamos de una educación entendida como pleno desarrollo del individuo y no como transmisión de un conjunto de valores admitidos.
La educación no debería promover la producción de “ciudadanos útiles”, sino estimular la formación de individuos autónomos que, por supuesto, no se aparten de la sociedad. Para ello, la educación crítica debe negarse a alimentar a los estudiantes con información predigerida y, al mismo tiempo, mantener una postura comprometida que resista a las trivialidades de un pluralismo tibio.
Para que una educación sea crítica se ha de cuestionar también las proclamas intelectualistas de los sacerdotes de la ciencia y la educación, representantes de una iglesia privilegiada de la mente y la educación superior. Esta nueva clase sacerdotal, desde su posición de poder o privilegio, generalmente pertenece a una tecnocultura cada vez más intrusiva cuyo modus operandi es la manufactura del consentimiento a través de los símbolos de la ciencia, la cultura, la comunicación y la educación.
Para profundizar en una formación crítica y transformadora, la escuela no debe estar distanciada de las preocupaciones de los individuos. Debe darse respuesta a sus inquietudes y a sus necesidades, pero huyendo de la enseñanza desigual: formación mayor y mejor para los interesados frente a educación insuficiente e incompleta para el resto. Es decir, fomentando la división entre los capacitados para el triunfo y los que asumen el fracaso. La única división de niños que puede ser aceptada es la justificada pedagógicamente y no una división funcional sobre la base de criterios economicistas o laborales.
Para ello, El CEL impulsará proyectos cuyo objetivo sea la creación de movimientos y ligas de pedagogía crítica y de renovación. En éste sentido, recogemos la tradición de divulgación y formación de los movimientos críticos para promover la concienciación y las relaciones alternativas en la sociedad.
3-Integral
El CEL considera fundamental una formación completa e integral del individuo. Se trata de convertir la pedagogía en un desarrollo armónico y progresivo del individuo en los terrenos de lo intelectual, lo manual, lo físico y lo afectivo.
La educación debe dejar de ser meramente libresca e inútil. Así, debe impulsarse una educación donde el trabajo intelectual y el trabajo manual vayan unidos. Pero esto no significa la mera incorporación de los trabajos manuales o las técnicas profesionales a la pedagogía. Ni tampoco una especialización prematura o no justificada que dificultaría una integración social autónoma. En este sentido, y por tanto, no significa convertir a las personas en instrumentos de trabajo más perfeccionados en beneficio de los intereses económicos o políticos.
La educación integral no significa la acumulación forzada de un número infinito de nociones sobre todas las cosas. Es necesaria la formación, y la formación permanente, pero no para convertirla en un mercadeo perpetuo de lo educativo. Siendo el aprendizaje más productivo el autogenerado, se ha de hacer frente o triunfar sobre nuestra interminable marcha a través de instituciones educativas. No ha de convertirse en la creación de nuevos negocios alrededor de la formación.
Por tanto, no debe convertirse la educación en una mera maquinaria de capacitación técnica y titulación expeditiva que vaya generando continuas generaciones de mano de obra más o menos especializada. Todo lo contrario, se trata de la educación entendida como un impulso integral a todas las cualidades del ser humano.
Hacemos, en este sentido, una apuesta clara por la educación entendida en su triple dimensión formal, no formal e informal. Para ello se han de romper los estrechos marcos de la escuela. Se han de multiplicar los centros en los que se intenta llevar a la práctica todo un plan de educación permanente, integrando la vida social en las actividades cotidianas de lo educativo al tiempo que empapando la sociedad de un talante pedagógico.
Para ello, El CEL impulsará proyectos cuyo objetivo sea la inclusión en los aspectos de formación nuevos contenidos y nuevos métodos, desde las experiencias de autogestión hasta la edición de materiales propios. Por tanto, se han de buscar nuevos métodos y se han de desarrollar prácticas culturales dirigidas a todas las dimensiones de las personas.
4.Igualitaria
El CEL considera que la educación debe ser “en” y “para” la igualdad. Conseguir una educación general e integral dirigida a todos debe ser el punto de partida para una enseñanza que quiere ser crítica.
Pero esta educación extendida a todas las capas sociales no debe entenderse como un mero “amontonamiento” de individuos como en la práctica ha venido sucediendo con las sucesivas reformas liberales. A la corta, estas apuestas por socializar la educación sólo han conseguido una mayor desmotivación y ha abierto una profunda brecha social abundando en la división entre escuela elitista y escuela asistencial. Se ha reforzado, así, el modelo meritocrático.
Este liberalismo lánguido ha promocionado una visión de la escuela como reproductora de “ciudadanos sólidos”. Camuflada bajo conceptos como integración o socialización hay una exaltación de la de necesidad de control social y de adaptación del individuo al grupo. En un principio se proponía un igualitarismo destinado idealmente a nivelar las diferencias entre ricos y pobres que ha sido convertido por los burócratas de la pedagogía en una mera estandarización.
Es un igualitarismo ilusorio sometido a un juicio “normalizador” que justifica y refuerza el statu quo. Las diferencias individuales no deben asustar. Son estas diferencias las que explican y justifican los valores de solidaridad, igualdad y apoyo mutuo. Desde ellos, con el esfuerzo de muchas voluntades convergentes en un mismo fin, debe buscarse el éxito educativo: una formación crítica y autónoma para los individuos.
Para ello debe actuarse en todas los ámbitos sociales, pero también dentro de las escuelas. En una sociedad que se rige por los valores de competitividad, desigualdad y triunfo del más fuerte, un proyecto pedagógico alternativo que se margine de la sociedad está condenado al fracaso. No por ello se han de depositar en la escuela unas esperanzas de transformación social plena que están fuera de su alcance. Se ha de actuar en y desde los espacios escolares pero vinculando los proyectos educativos a un proceso de cambio social global.
Si se busca un proyecto de cambio igualitario, no se ha de caer en la tentación de negar cualquier validez a las transformaciones pedagógicas y la posibilidad de irrumpir en el medio social actual con planteamientos alternativos. Se ha de conseguir vincular lo que se haga en la escuela con lo que se haga fuera de ella, consiguiendo que la realidad irrumpa en las aulas y, al tiempo, que la educación empape la sociedad.
Para ello, El CEL impulsará proyectos cuyo objetivo sea la enseñanza gratuita para todas las capas sociales y desarrollo de proyectos de colaboración y apoyo mutuo que pongan en cuestión las clasificaciones por resultados académicos, la competitividad y el egotismo social. Así, frente al “programa oculto” de la escolarización tradicional proponemos impulsar redes de aprendizaje alternativas que den la contra a la pedagogía institucional.
5.Transformadora
El CEL considera que la enseñanza es un espacio de transformación social. Se ha de apuntar, por tanto, hacia una pedagogía que forme individuos libres y autosuficientes.
Desde la enseñanza tradicional se han impuesto pensamientos hechos orientados a mantener la conservación de las instituciones de esta sociedad y, por tanto, formando individuos estrictamente adaptados a la estructura social establecida. Se les enseña a ser buenos ciudadanos, en lugar de prepararles para cuestionar un orden injusto y desigual. A ello han colaborado la tradicional enseñanza privilegiada, pero también la nueva enseñanza laica y estatal cuyos objetivos están dirigidos a la mejora de la productividad o a la contención social.
Las acusaciones que siempre se han hecho a la escuela tradicional en el sentido de que su objetivo era domar, adiestrar o domesticar prácticamente han desaparecido. Hoy se le crítica su vocación de educar para el conformismo, la pasividad y el consumismo. Nuevos eufemismos para viejos problemas. En los modelos educativos actuales las instituciones políticas y las fuerzas económicas han sentados las bases para que los niños se acostumbren a obedecer, a creer y a pensar según los dogmas sociales que nos rigen.
Y estos principios se basan en el Estado y en el Mercado. El culto a la autoridad y al dinero. Dios y Patria de los nuevos tiempos como lo fueron de los tiempos anteriores. Siempre el culto al poder en sus distintas manifestaciones es lo que se transmite en las propuestas educativas. Prácticas educativas, por tanto, que se alejan en lo posible de una educación que practique y potencie la igualdad y la libertad.
La educación debe alejarse de estos modelos. Debe aportar instrumentos de formación para la crítica libre y responsable. Analizando las situaciones de injusticia y desigualdad, pero huyendo del adoctrinamiento. Respetando al máximo el libre desarrollo de cada personalidad. Para ello la educación ha de estar centrada en valores radicalmente transformadores y de inspiración internacionalista. Queremos hacer frente, así, a los valores que ha perpetuado la enseñanza tradicional y en los que se glorifican las brutalidades de los dominadores, se admiran las sangrientas barbaries y se perpetúan las ideas de una sociedad dividida en bandos que luchan entre sí. Situaciones que se explican y justifican, antes y ahora desde los intereses de la Nación y el Estado; desde los enfrentamientos culturales apadrinados por los dioses tradicionales y los que estén por inventar; y, por supuesto, desde los intereses del capital y la grandeza económica de unos sobre otros.
Para ello, El CEL impulsará proyectos cuyo objetivo sea la enseñanza transformadora y concienciadora. Aún así, y sabiendo que no existe una educación neutra, se ha de tener en cuenta que una educación de este tipo ha de ser crítica y jamás puede caer en la tentación o el error de ser dogmática o doctrinaria. |